
LA VIRGEN MARÍA
EN LA FORMACIÓN INTELECTUAL Y ESPIRITUAL
LA INVESTIGACIÓN MARIOLÓGICA
De los datos expuestos en la primera parte de esta Carta se ve que la mariología está hoy viva y comprometida en cuestiones importantes en el campo de la doctrina y de la pastoral. Por eso es necesario que ella, además de atender a los problemas pastorales que vayan surgiendo, cuide sobre todo el rigor de la investigación, llevada a cabo con criterios científicos.
También para la mariología sirve la palabra del Concilio: «La sagrada teología se apoya, como en cimiento perenne, en la Palabra de Dios escrita, junto con la sagrada Tradición, y en aquélla se consolida firmemente y se rejuvenece sin cesar, penetrando a la luz de la fe toda verdad escondida en el misterio de Cristo».[55] El estudio de la Sagrada Escritura debe ser, por tanto, como el alma de la mariología.[56]
Además es imprescindible para la investigación mariológica el estudio de la Tradición, ya que, como enseña el Vaticano II, «la sagrada Tradición y la Sagrada Escritura forman un solo depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia».[57] El estudio de la Tradición se manifiesta, por lo demás, particularmente fecundo por la cualidad y cantidad del patrimonio mariano de los Padres de la Iglesia y de las diversas liturgias.
La investigación sobre la Sagrada Escritura y sobre la Tradición, llevada a cabo conforme a las metodologías más fecundas y con los instrumentos más válidos de la crítica , debe ser guiada por el Magisterio, porque a él se le ha encomendado el depósito de la Palabra de Dios para su custodia y su auténtica interpretación;[58] y deberá ser confortada y completada, si es el caso, con las adquisiciones más seguras de la antropología y de las ciencias humanas.
LA ENSEÑANZA DE LA MARIOLOGÍA
Considerada la importancia de la figura de la Virgen en la historia de la salvación y en la vida del pueblo de Dios, y después de las indicaciones del Vaticano II y de los Sumos Pontífices, no puede pensarse en descuidar hoy la enseñanza de la mariología: es preciso por tanto darle a esta enseñanza el puesto en los seminarios y en las facultades teológicas.
Esta enseñanza, consistente en un «tratamiento sistemático», será:
a) orgánica, es decir, inserta en el plan de estudios del curso teológico;
b) completa de manera que la persona de la Virgen sea considerada en la historia íntegra de la salvación, es decir, en su relación con Dios; con Cristo, Verbo encarnado, salvador y mediador; con el Espíritu Santo, santificador y dador de vida; con la Iglesia, sacramento de salvación; con el hombre su orígenes y su desarrollo en la vida de la gracia, su destino de gloria;
c) respondiendo a los varios tipos de formación (centros de cultura religiosa, seminarios, facultades teológicas…) y al nivel de los estudiantes: futuros sacerdotes y maestros de mariología, animadores de la piedad mariana en las diócesis, formadores de vida religiosa, catequistas, conferenciantes y cuantos tienen el deseo de profundizar en los conocimientos marianos.
Una enseñanza ordenada de esa forma evitará presentaciones unilaterales de la figura y de la misión de María, con detrimento de la visión de conjunto de su misterio, y constituirá un estímulo para investigaciones profundas —por medio de seminarios y redacción de tesis de licenciatura o doctorado— sobre las fuentes de la Revelación y sobre los documentos del Magisterio. Además los distintos profesores, con una oportuna y fecunda visión interdisciplinar, podrán realzar, en el desarrollo de su enseñanza, los posibles datos referidos a la Virgen.
Es por tanto necesario que cada uno de los centros de estudios teológicos según la propia fisonomía — revea en la Ratio studiorum la enseñanza de la mariología en una forma definida y con las características indicadas más arriba; y que, en consecuencia, los profesores de mariología tengan una preparación adecuada.
En este sentido es oportuno recordar que las Normas para la aplicación de la Constitución apostólica Sapientia christiana prevén la licenciatura y el doctorado en teología con especialización en mariología.[59]
EL SERVICIO DE LA MARIOLOGÍA A LA PASTORAL Y A LA PIEDAD MARIANA
Como todas las disciplinas teológicas, también la mariología ofrece una ayuda preciosa a la pastoral. En este sentido la Marialis cultus subraya que «la piedad hacia la Santísima Virgen , subordinada a la piedad hacia el Divino Salvador y en conexión con ella, tiene un gran valor pastoral y constituye una fuerza renovadora de la vida cristiana»,[60] También esa piedad mariana está llamada a dar su aportación en el vasto campo de la evangelización.[61]
La investigación y la enseñanza de la mariología, y su servicio a la pastoral tienden a la promoción de una auténtica piedad mariana, que debe caracterizar la vida de todo cristiano y particularmente de aquellos que se dedican a los estudios teológicos y se preparan para el sacerdocio
La Congregación para la Educación Católica quiere llamar de modo especial la atención de los educadores de seminarios sobre la necesidad de suscitar una auténtica piedad mariana en los seminaristas, quienes serán un día los principales agentes de la pastoral de la Iglesia. El Vaticano II, cuando habla de la necesidad para los seminaristas de una profunda vida espiritual, recomienda que ellos «con confianza filial amen y veneren a la Santísima Virgen María, que Jesucristo muriendo en la cruz dejó a su discípulo como Madre».[62]
Por su parte esta Congregación, en conformidad con las indicaciones del Concilio, ha subrayado varias veces el valor de la piedad mariana en la formación de los alumnos del seminario:
— en la «Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis» pide al seminarista que «ame ardientemente, según el espíritu de la Iglesia, a la Virgen María, madre de Cristo, unida a El de una manera especial en la obra de la redención»;[63]
— en la «Carta circular sobre algunos aspectos más urgentes de la formación espiritual en los seminarios» (6 enero 1980) observa que «nada puede llevar (…) mejor que la verdadera devoción a la Virgen María, concebida como un esfuerzo cada vez más completo de imitación, a la alegría de crecer»,[64] tan importante para quien tendrá que hacer de su propia vida un continuo ejercicio de fe.
El Código de Derecho Canónico, al tratar de la formación de los candidatos al sacerdocio, recomienda el culto de la Santísima Virgen María, alimentando con aquellos ejercicios de piedad con los que los alumnos adquieren el espíritu de oración y fortalecen su vocación.[65]